miércoles, 23 de noviembre de 2011

ROMERITO: un campeón de la vida

Era el 15 de septiembre de 1983, el fastuoso Madison Square Garden de New York luce repleto, 30 mil personas en graderías y en disputa el título mundial de los ligeros versión AMB.

Por: Juan Palacios

A un lado del cuadrilátero, el campeón y gran favorito en las apuestas Ray «Boom Boom» Mancini, americano de origen italiano, con pinta de galán pero de mirada maliciosa y hasta arrogante. En la otra esquina, el retador Orlando Romero Peralta «Romerito», la esperanza peruana, un trujillano, chico de barrio con una carrera ascendente, de condiciones enormes, aguerrido y de espíritu combativo.

En un escenario que a muchos intimida, el cantante nacional Jorge Baglieto entonó las sagradas notas de nuestro himno, un buen augurio aquel momento y allá los pocos compatriotas que llegaron para alentar a nuestro púgil lo cantan a todo pulmón, algunas banderas rojiblancas se dejan ver. En el Perú, todo un país paralizado, las imágenes de América Televisión siguen paso a paso las incidencias y el relato atrapante y emotivo de Kike Pérez que nos hace sentir más cerca del lugar de los hechos.

Suena la campana y es el comienzo del combate, mucho estudio entre ambos pugilistas pero lejos del temor escénico «Romerito» le hace sentir su pegada al oponente para demostrarle que no llegó hasta allí de casualidad.

La pelea se torna intensa, los rounds llegan uno tras otro, Romero demuestra temple, garra y temperamento, el peruano sobrio en su accionar realiza hasta ese momento lo que podría ser la mejor presentación en su carrera; sorpresa general en el Madison, el retador asume el rol protagónico ante la impotencia de Mancini que lo sufre, hay miedo en el campeón, parece una noche inolvidable para el Perú y un ansiado título mundial que esta más cerca que nunca.
Es el séptimo asalto y hasta allí nuestro compatriota llevaba una ligera ventaja por puntos, pero también asoma la reacción de Ray Mancini que va acortando ventajas y de a pocos mostrar el porque su condición de Monarca. Octavo round, un corte en el pómulo izquierdo del norteamericano es controlado rápidamente para evitar la hemorragia, los avances de la tecnología le juegan a favor de «Boom Boom», una abertura en la frente de Romero no es atendida de forma adecuada y la sangre no para del todo. La diferencia existente entre ambas esquinas es demasiado evidente.

Es el noveno episodio, el corte de nuestro crédito es también otro enemigo, Mancini aprovecha y toma la iniciativa, un zurdazo del campeón en el mentón del púgil nacional lo manda a la lona, el árbitro luego del conteo asegura que esto no puede continuar, lo sufre Romero, lo sufre Kike Pérez en su relato y lo sufre el Perú entero, estábamos tan cerca pero tan cerca de tocar el cielo con las manos.
A «Romerito» no habría nada que reprocharle porque lo dejo todo, porque se hizo solo y contó con muy poco apoyo. A su regreso al Perú fue recibido como héroe, homenajes por uno y otro lado, quince mil personas en la Plaza de Armas trujillana para rendirle homenaje. La historia es la misma de siempre, los políticos de la época en su afán de figurar anunciaban más apoyo al deporte de los puños y una compensación económica que nunca llegó para el boxeador, todo quedó en promesa.

Han pasado los años y que será de Romerito se dirán algunos. Con el transcurrir del tiempo, el deportista quedó en el olvido, el ser humano también, obligado a trabajar para el sustento de su familia, Orlando Romero Peralta llegó a laborar como efectivo del serenazgo en el distrito limeño de Magdalena.

Cansado de tanta mentira y maltrato, el ex pugilista arribó a España para formar a algunos talentos del boxeo por sólo15 días. La visa de turista caducó, estaba latente la posibilidad de quedarse en el viejo continente, y «Romerito» se la jugó, un regreso al Perú no pasaba por su mente.

Durante cierta etapa, el otrora boxeador pasó penurias para poder subsistir, dejó el orgullo a un lado y empezó de cero, como uno más, y realizando labores que nunca tal vez la imaginó en su vida, luchando contra la adversidad y también en procura de regularizar su situación migratoria como muchos que llegan desde afuera.

Cosas del destino, hoy Orlando Romero Peralta es un próspero empresario, que supo construir su futuro y el de sus seres queridos. Propietario de un restaurant de comida peruana en Madrid, hombre de mucho éxito, abrió dos discotecas para poder consolidar el bienestar de su familia. Un ejemplo de lucha, de mucha fe y de sacrificio, hombre perseverante que derrotó a las dificultades cotidianas que se le presentaron y que en algún momento lo tuvieron entre las cuerdas, alguien que ha ganado definitivamente un duro combate que lo pudo llevar a la lona, pero lo derrotó con ese espíritu combativo de sus grandes épocas de boxeador, un verdadero campeón.